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Patricia Jorge
Han
Existe un arma combativa que no daña, que no duele. El poder de un gesto.
Un gesto que transforma un cuerpo en una revolución.
Un gesto que transforma una persona en dios.
Un gesto que transforma las ideas
Un gesto que transforma la lucha en belleza
VOGUE
«Esta noción de performance radical es lo que define al vogue, una cultura popular que se despliega en torno a desfiles transgénero y espectaculares batallas
de baile entre reinas negras y latinas. El vogue es una forma de baile urbano, desafiante y queer, cuyas raíces se hunden en la historia de la comunidad LGTB afroamericana. Este baile se inspira en las poses de
las revistas de moda, apropiándose del imaginario elitista de la alta costura, a la vez que adopta el vocabulario de los jeroglíficos egipcios, las artes marciales asiáticas o el afrofuturismo. Una alucinación transgénero y multicultural.»
Dicen que uno de los motivos por los cuales se estudia “La Historia” es para tratar de evitar los errores del pasado. A pleno siglo XXI podemos pensar que ya no somos los salvajes que jugaban a gladiadores y leones, y en cierto sentido es cierto, no hemos seguido alimentando aquellos gestos que marcaron una era, pero que no se repita no quiere decir que no exista. Por suerte o por desgracia la historia avanza y sus diferencias también. En este caso más peligrosas, pues encuentran sitios y lenguajes, inhalansables muchas veces para nuestra conciencia. Por suerte existe una necesidad que evocada por la impotencia, transforma los cuerpos heridos en armas de colores.
«Los cuerpos son el agente de la historia, tanto como su resultado. Los cuerpos son historia hecha carne, pero también son la primera herramienta a nuestro alcance para interpretar el pasado, el presente y el futuro. La historia es una secuencia coreográfica de gestos que nos vuelven legibles a los demás.»
Ojalá algún día podamos llenar los campos y los cielos de música. En una guerra que dure más de 100 años.
Ojalá algún día podamos morir agotados de tanto baile.
Ojalá algún día vea en la tele a los niños sangrando purpurina.
Ojalá algún día caiga del cielo una bomba atónita que imagine otros cuerpos y futuros posibles. Futuros llenos de belleza.
La historia sigue y las luchas no desaparecen. En realidad nunca lo harán. Pero quizás algún día podamos entender el valor del gesto, para que así al menos, podamos ver la belleza más humana dónde las moscas encuentran sus casas.
Patricia Jorge
La
Dicen que el único animal que ríe, además de los seres humanos, es la hiena. La risa de este animal salvaje, chirriante y agresiva, no nos queda claro si es por nerviosismo ante la pieza que acechan peligrosamente o por burlarse de la víctima que caerá de inmediato en sus fauces.
¿Por qué reímos los seres humanos?… A veces ante una situación torpe inesperada, ante una gracia o chiste o por una exposición inteligente de humor negro. ¿Solo reímos por estas razones?, no, también reímos como una forma de escape ante una situación comprometida o como una manera de desviar la atención ante una pregunta de respuesta complicada; ese tiempo de “risa” permite reformular la respuesta o tomar distancia sobre la situación surgida.
He reflexionado sobre la reacción humorística que tuvo el público durante la reciente experiencia escénica del Monte Olympus de Jan Fabre en los Teatros del Canal. Me sorprendía que ante cada situación festiva y ruidosa, un gran número del llamado, respetable, reía sonoramente, daba palmas y jaleaba la escena; muchas veces no permitiendo que el resto de los asistentes percibiéramos el detalle sonoro que, a veces, era el golpe suave de una cadena contra el suelo o la respiración agitada del performer.
¿Por qué ya, desde la entrada, parecía que los asistentes se preparaban para un concierto rock o una corrida de toros?… ¿Qué habían entendido que iban a ver?… ¿Les confundía la duración de la propuesta?… ¿La libertad para seguir o no el espectáculo?… Tal vez fueron influidos por los titulares de prensa previos que rezaban la asistencia a una bacanal con sexo en directo.
Fuera como fuese, lo que está claro es que, el rito al que iban a asistir era de gran compromiso y eso lo tenían claro los griegos, aunque entre escenas comiesen, durmiesen, follasen… Aquí, ese hábito, nos está instaurado en nuestra sociedad contemporánea y por tanto, nuestro comportamiento se adapta a otros momentos en los que asistimos a espectáculos masivos o poco convencionales.
No me parece un error que el público dejase ir la parte festiva y loca que en todos habita, esa que nos permite liberarnos de máscaras y corsés, además, en algunas escenas, había una invitación a ello, a que, más que estar ante algo que emulase a las celebraciones griegas, estuviese en línea con los eventos romanos.
Pero…Ay!…pasada la euforia de la risa y la carcajada, cuando el cuerpo descendía a un estado de relax y disponibilidad…y muy certeramente, desde la escena, llegaba la poesía, la belleza trasnochada o las pesadilla transgresora…justo ahí, el respetable salía en desbandada a tomar café o ir al baño… Estamos dispuestos a reírnos de todo y todos… Pero…¿Somos valientes para enfrentarnos a lo más oscuro de nosotros?… ¿A esos laberintos sin principio ni fin?…
Reír es muy saludable pero no hemos de olvidar que lo que hace trascender al ser humano, muchas veces, no tiene ni pizca de gracia.
Adolfo Simón
Montaje: Patricia Jorge
Dramaturgia y dirección: Adolfo Simón
Cámara y montaje: Patricia Jorge
http://www.teatrolapuertaestrecha.org
El mundo de Giorgio de Chirico presenta un universo metafísico que aborda la idea de un planeta con unas posibilidades totalmente distintas a las que habitamos.
Maniquíes que habitan y materializan las ideas geométricas de nuestra cabeza. El pensamiento habita en el interior, en las habitaciones con vistas a las ciudades desérticas. Edificios y perspectivas juegan a enredarse y olvidan por completo las leyes de la naturaleza.
Y es que el ser humano siempre ha tenido la manía de querer dominar todo aquello que lo rodea. El mar, los campos, el cielo, el espacio… Cualquier ley natural es sólo una excusa para volverse un ser invencible.
Pero no olvidemos que toda conquista tiene un precio y en este caso se trata de un pago a largo plazo. La historia y el arte son testigo de las épocas y sus influencias. Los grandes artistas fueron grandes visionarios, adelantándose a los acontecimiento y creando en sus obras, oráculos de realidades escalofriantes.
«Estamos ante la desdicha de un Planeta Vulnerable
Un Planeta que sufre y agoniza
El Planeta que es nuestra casa»
Patricia Jorge
Entrevista:
Cámara y montaje: Patricia Jorge