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Existe un arma combativa que no daña, que no duele. El poder de un gesto.
Un gesto que transforma un cuerpo en una revolución.
Un gesto que transforma una persona en dios.
Un gesto que transforma las ideas
Un gesto que transforma la lucha en belleza
VOGUE
«Esta noción de performance radical es lo que define al vogue, una cultura popular que se despliega en torno a desfiles transgénero y espectaculares batallas
de baile entre reinas negras y latinas. El vogue es una forma de baile urbano, desafiante y queer, cuyas raíces se hunden en la historia de la comunidad LGTB afroamericana. Este baile se inspira en las poses de
las revistas de moda, apropiándose del imaginario elitista de la alta costura, a la vez que adopta el vocabulario de los jeroglíficos egipcios, las artes marciales asiáticas o el afrofuturismo. Una alucinación transgénero y multicultural.»
Dicen que uno de los motivos por los cuales se estudia “La Historia” es para tratar de evitar los errores del pasado. A pleno siglo XXI podemos pensar que ya no somos los salvajes que jugaban a gladiadores y leones, y en cierto sentido es cierto, no hemos seguido alimentando aquellos gestos que marcaron una era, pero que no se repita no quiere decir que no exista. Por suerte o por desgracia la historia avanza y sus diferencias también. En este caso más peligrosas, pues encuentran sitios y lenguajes, inhalansables muchas veces para nuestra conciencia. Por suerte existe una necesidad que evocada por la impotencia, transforma los cuerpos heridos en armas de colores.
«Los cuerpos son el agente de la historia, tanto como su resultado. Los cuerpos son historia hecha carne, pero también son la primera herramienta a nuestro alcance para interpretar el pasado, el presente y el futuro. La historia es una secuencia coreográfica de gestos que nos vuelven legibles a los demás.»
Ojalá algún día podamos llenar los campos y los cielos de música. En una guerra que dure más de 100 años.
Ojalá algún día podamos morir agotados de tanto baile.
Ojalá algún día vea en la tele a los niños sangrando purpurina.
Ojalá algún día caiga del cielo una bomba atónita que imagine otros cuerpos y futuros posibles. Futuros llenos de belleza.
La historia sigue y las luchas no desaparecen. En realidad nunca lo harán. Pero quizás algún día podamos entender el valor del gesto, para que así al menos, podamos ver la belleza más humana dónde las moscas encuentran sus casas.
Patricia Jorge