LA RISA DEL PÚBLICO
La
Dicen que el único animal que ríe, además de los seres humanos, es la hiena. La risa de este animal salvaje, chirriante y agresiva, no nos queda claro si es por nerviosismo ante la pieza que acechan peligrosamente o por burlarse de la víctima que caerá de inmediato en sus fauces.
¿Por qué reímos los seres humanos?… A veces ante una situación torpe inesperada, ante una gracia o chiste o por una exposición inteligente de humor negro. ¿Solo reímos por estas razones?, no, también reímos como una forma de escape ante una situación comprometida o como una manera de desviar la atención ante una pregunta de respuesta complicada; ese tiempo de “risa” permite reformular la respuesta o tomar distancia sobre la situación surgida.
He reflexionado sobre la reacción humorística que tuvo el público durante la reciente experiencia escénica del Monte Olympus de Jan Fabre en los Teatros del Canal. Me sorprendía que ante cada situación festiva y ruidosa, un gran número del llamado, respetable, reía sonoramente, daba palmas y jaleaba la escena; muchas veces no permitiendo que el resto de los asistentes percibiéramos el detalle sonoro que, a veces, era el golpe suave de una cadena contra el suelo o la respiración agitada del performer.
¿Por qué ya, desde la entrada, parecía que los asistentes se preparaban para un concierto rock o una corrida de toros?… ¿Qué habían entendido que iban a ver?… ¿Les confundía la duración de la propuesta?… ¿La libertad para seguir o no el espectáculo?… Tal vez fueron influidos por los titulares de prensa previos que rezaban la asistencia a una bacanal con sexo en directo.
Fuera como fuese, lo que está claro es que, el rito al que iban a asistir era de gran compromiso y eso lo tenían claro los griegos, aunque entre escenas comiesen, durmiesen, follasen… Aquí, ese hábito, nos está instaurado en nuestra sociedad contemporánea y por tanto, nuestro comportamiento se adapta a otros momentos en los que asistimos a espectáculos masivos o poco convencionales.
No me parece un error que el público dejase ir la parte festiva y loca que en todos habita, esa que nos permite liberarnos de máscaras y corsés, además, en algunas escenas, había una invitación a ello, a que, más que estar ante algo que emulase a las celebraciones griegas, estuviese en línea con los eventos romanos.
Pero…Ay!…pasada la euforia de la risa y la carcajada, cuando el cuerpo descendía a un estado de relax y disponibilidad…y muy certeramente, desde la escena, llegaba la poesía, la belleza trasnochada o las pesadilla transgresora…justo ahí, el respetable salía en desbandada a tomar café o ir al baño… Estamos dispuestos a reírnos de todo y todos… Pero…¿Somos valientes para enfrentarnos a lo más oscuro de nosotros?… ¿A esos laberintos sin principio ni fin?…
Reír es muy saludable pero no hemos de olvidar que lo que hace trascender al ser humano, muchas veces, no tiene ni pizca de gracia.
Adolfo Simón
Montaje: Patricia Jorge