“Está ronco el cuervo que anuncia con graznidos la fatal llegada de Duncan a mi castillo. ¡Espíritus, venid! Venid a mí, puesto que presidís los pensamientos de una muerte! ¡Arrancadme mi sexo y llenadme del todo, de los pies a la cabeza, con la más espantosa crueldad! ¡Que se dense mi sangre, que se bloqueen todas las puertas al remordimiento! ¡Venid a mis senos maternales y convertid mi leche en hiel!”